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Humedad de capilaridad

Las fotografías muestran algunos ejemplos de Humedad de capilaridad.

 

EL CONCEPTO DE HUMEDAD ASCENDENTE

Definiremos como humedad ascen­dente a aquella que es ocasionada o que tiene su origen en el agua del sub­suelo y que, tras llegar a lo base o caras laterales de la cimentación u otros elementos del edificio en contacto con el suelo, asciende por los muros hasta alcanzar zonas situados por encima de la rasante, donde se mani­fiestan y se hacen visibles. En estas áreas, establece su patología e impone un estado de equilibrio que deriva en un conjunto de fenómenos que ocasionan el deterioro de las edificaciones.

La humedad ascendente hemos de entenderla coma un fenómeno activo y dinámico, al menos, en el estudio o campo de la construcción y desde lue­go, en los muros. En la edificación la altura capilar es inversamente proporcional al grado de aireación de la pared del muro, es decir, si aumentamos el grado de aireación bajará la altura capilar (hc). Estas áreas o porción de paramentos que quedan por debajo de la coronación de la altura capilar, se manifiestan como superficies de aireación sin desecación que evaporan agua al exterior, generándose así un flujo dinámico en el interior del muro, con origen en la cimentación.

La capilaridad, como propiedad física de los materiales, se manifiesta como una succión radial y en todas las direcciones, modificada por la no homogeneidad de la estructura porosa.

SINTOMATOLOGIA DE .LA HUMEDAD ASCENDENTE

Este tipo de humedad se manifiesta con un signo muy inme­diato y la sintomatología generali­zada es la aparición de una banda oscurecida localizada en las zonas bajas de la edificación a modo de zócalo húmedo. Pero a toda definición generalizada hay que ponerle matiza­ciones y características singulares que nos lleven a mayores precisiones.

En ocasiones, es fácil tener esta misma patología sin que aparezca tan claramente expresado aquel síntoma y, en cambio, veamos deterio­rarse los revestimientos de los muros por la acción eflorescente de las sales recristalizados y vehiculadas por el agua capilar y en el caso de edificios, con sus fábricas desnudas, vemos des­moronarse los elementos más sólidos en esta zona baja de los muros. En los edificios en piedra, no es tan rotundo el oscurecimiento de la franja afectada, como el deterioro de los sales del subsuelo introducen, estableciendo una corrosión alveolar. La facilidad de desecación de unas determinadas pie­dras porosas hace que la evaporación del agua y la recristalización de las sales se produzcan en planos interiores, aunque próximos a la superficie. En esto situación, la presión de recristalización establece estallidos en el mate­rial originando los citados alvéolos. La acción turbulenta del aire establecerá la corrosión.

La altura que alcanza la franja húmeda de la parte baja de los edifi­cios afectados por este tipo de hume­dad se ha fijado, en torno a los 80 centímetros aunque en ocasiones se han constatado alturas superiores al doble de la magnitud señalada. En ciertos edificios se ha observado como su humedad ascendente arribaba hasta por encima de los 3 metros, en su fachado norte. Otras veces, la altura capilar sólo precisa remontar ligeramente la altura del rodapié y respirar por encima de este. En todos los casos, la altura alcanzada es la expresión final del estado de equilibrio, en el que participan tanto la acción capilar, coma la gravitatoria y, fundamentalmente, la capacidad evaporadora del muro.

Dicho remonte capilar está gober­nado par la ley de Jurin, aunque ampliamente modificada por algunos principios y variables aleatorias, entre las cuales conviene destacar la estruc­tura porosa del muro, que muestra cambios de diámetros y máxima hete­rogeneidad capilar, de la temperatura y de la constante de aireación superfi­cial del mismo. Por tanto, las caras laterales del muro, mediante la línea que define la altura capilar, establecen unas super­ficies húmedas que son áreas o planos de evaporación cuyas magnitudes están impuestas por el propio equilibro que hemos señalado en los pun­tos anteriores y donde como variables fundamentales encontramos la orien­tación, la temperatura ambiental y las propiedades características del mate­rial del muro e, incluso, las variacio­nes estacionales.

En edificios exentos, puede obser­varse claramente como la altura capilar se hace mayor y más intensa en las fachadas orientadas al norte. Ello es consecuencia del menor grado de eva­poración que en estos alzados se dispone.

También debemos hacer notar que si en un punto de la superficie de evaporación se depositan o adosan obstáculos que impidan la normal aireación, la altura capilar alcanzara mayor altura y recuperará la superficie húmeda necesaria para reponer el equilibrio de flujo. Así vimos con frecuencia como, en escaleras adosadas a muros exteriores, la línea de coronación de los zócalos húmedos dibujan la línea inclinada de los rampas de las mismas.

En ocasiones, y con el fin de ocultar la franja húmeda, se han alicatado o revestido con morteros hidrófugos estos partes bajas de los paramentos y, como consecuencia, se ha alterado el ya muy citado, estado de equilibrio y con ello el agua capilar se ha visto obligada a escalar cotas superiores. Ha tenido que subir por encima de dichos alicatados crear nuevas superficies de evapora­ción y, en ocasiones, alcanzar cabezas de vigas de madera y otros elementos estructurales que inicialmente no corrían peligro. En la mayoría de los casos la medida de tapar la humedad ha sido contraproducente.

Por otro lado, interesa conocer si esta franja humedecida de la parte baja de los muros es consecuencia de un agua de carácter permanente y del estado general del subsuelo con gran extensión o si, por el contrario, se trata de un punto o área localizada, con carácter accidental que puedo deberse o la rotura de algún aljibe, arqueta, redes de abastecimiento o saneamiento próximo a la edificación y debida a algún problema local o temporal.

Con todo, no es la franja húmeda y oscurecida en la parte baja de los edifi­cios el único signo que conforma la sintomatología de la humedad ascenden­te. Esta zona húmeda que en el interior del edificio introduce una fuente de agua evaporada que eleva la humedad relativa del espacio habitado, quedaría aquí y no daría mayor deterioro en el material de que se constituye el muro, pero la realidad es muy distinta, pode­mos comprobar fácilmente como estos zócalos, de piedra o cerámicos, muestran signos evidentes de corrosiones y disgregaciones de su material salino y cambios de porosidad en sus morteros. El agente que establece estos deterio­ros es la presencia y distribución de sales, e incluso la altura de la franja ascendente es función del contenido y tipo de sales arrastradas por el flujo de agua que, desde el subsuelo, afluye a las superficies evaporantes.

El agua absorbida del suelo puede contener pequeñas concentraciones de sales, en muchos casos, de origen orgánico. Después, en su recorrido por los materiales de construcción, produce la disolución de sales contenidas en las piedras, ladrillos y morteros que, vehi­culadas por el agua de flujo, afloran a los planos de evaporación, donde en periodos secos, recristalizan como tales sales. Éstas se manifiestan como eflo­rescencias e imponen su presión de cristalización y, con ello, dañan estéticamente a la edificación y mecánicamente a la superficie porosa del mate­rial de construcción.

Así, podemos establecer como síntoma de humedad ascendente, la pre­sencia de manchas salinas en las super­ficies de evaporación y, siempre, una zona de levantamiento de los revesti­mientos, a modo de barba florida o de apulgaramiento, de la línea que marca el límite o culminación de la altura capi­lar.

Algunas de estas sales pueden ser higroscópicas o delicuescentes y, en épocas secas, absorben agua del aire ambiental con lo cual, se mantienen húmedas, oscuras y persistentes. Por otro lado, la altura capilar es función de la temperatura estructural del muro y naturalmente, de la temperatura ambiental a través de la constante de evaporación. Todo ello, nos refuerza la teoría de que nos movemos bajo unas condiciones dinámicas sensibles en cuyo equilibrio tienen influencias, desde el interior, el grado e intermiten­cia de la calefacción y, desde el exte­rior, la existencia o no, de corrientes de aires que circundan en torno al edificio. De aquí que insistamos en que un síntoma fundamental, para los edificios exentos o en manzanas de edificación reducida, es que en sus fachadas más sombrías, norte, y menos aireadas, la altura capilar encuentra mayor desa­rrollo y los deterioros más clara mani­festación.

De todo lo anterior se desprende, una vez más, la importancia de un correcto diagnóstico y con ello, la nece­sidad de determinar el contenido de sal depositada en el revestimiento y el tipo de las mismas. Los sulfatos cálcicos y magnésicos suelen proceder de los materiales de construcción y extraídos de ellos por un agua que puede no tener su origen en el suelo, humedad de infiltración de lluvia, agua de conden­sación ambiental, humedad de obra y, por supuesto, de agua accidental. Los nitratos, cloruros y algunas sales higroscópicas de origen orgánico, suelen proce­der del suelo, aunque incluimos aquí al agua que puede ser originada por rotura del saneamiento.

Podemos admitir, como dato fre­cuente, que un muro afectado de hume­dad ascendente con un grado medio de evaporación y un entorno ambiental de humedad relativa del 75% puede dis­poner en su parte más baja de un contenido de humedad superior al 5%. Si analizamos su humedad contenida (hC) o distintas alturas del revestimiento, y a le vez, en los mismos puntos estudiamos el contenido higroscópicos de sus soles (HhC). Ambas expresadas en tanto por ciento, podemos formular, con cierto grado de confianza, lo que sigue:

Si (hC) es menor que (HhC), el agua que origina la mancha puede tener diversas procedencias y probable­mente sea un problema de condensación. Si (hC) es mayor que (HhC) es casi seguro que estamos frente a humeda­des de ascensión capilar.

TRATAMIENTOS: FORMAS DE COMBATIR LA HUEMDAD ASCENDENTE

En la lucha contra la humedad ascendente tenemos distintas maneras de combatir el problema y debe dife­renciarse entre el edificio de nueva creación y el edificio anciano. En el pri­mer caso, la solución es única y pasa por la colocación de la lámina anticapi­lar en el pie del muro. Para el edificio antiguo es para los que se han desarrollado gran variedad de sistemas y cabe distinguir entre sistemas antiguos y sistemas actuales.

Entre los que ye definimos como sis­temas antiguos, estudiaremos los siguientes:

— De aireación lateral:

–          cámara par el interior

–          galería exterior.

–          patio inglés.

— De eliminación de sección capilar:

–          arcos de aireación.

— De sifones atmosféricos (Knapen).

— De barreras estancas (inserción de láminas):

–          Sistema Massari (barrera con­tinua)

–          otras barreras.

Los sistemas actuales, están basados en investigaciones aplicados a otros campos de la técnica con bastante historia por medio, han introducido por superposición algunas adaptaciones válidas a la tarea de desecación de muros envejecidos por el tiempo y que aquí se exponen en cada caso. Estos sistemas constituyen un capítulo abierto y por ello, es probable que en los próximos años veamos incrementarse su variedad y comercialización, son:

— Sistemas eléctricos

–          electro-ósmosis

–          electro-foresis

–          potencial nulo

— Sifones atmosféricos (Raem)

— Procedimientos químicos

–          Tratamiento de los capilares: “Revestimientos y geles”.

–          Impermeabilización en profundidad: Infusión e Inyección.

–          Barrera de capilaridad.

 

Lo importante es estudiar cada caso y elegir el sistema más adecuado e idóneo, y sobre todo siempre asesorarse con buenos profesionales, porque para el caso de la humedad capilar aplicar los «la lógica» puede resultar contraproducente.

Estracto sacado de mi Proyecto Final de Grado de Adaptación de Ingeniero de Edificación, a su vez consultado de la Bibliografía siguiente:

  • La Humedad enla Construcción. Sus causas y remedios.

Autor: R. T.Gratwick

Editan

Tecnología y Arquitectura de la Construcción.

 

  • Humedades en la Edificación.

Autor: Francisco Ortega Andrade.

Editores Técnicos asociados, s.a.

 

  • tratamiento de las Humedades en los edificios.

Autor: José Coscollano Rodríguez.

Paraninfo Thomson Learning.

 

  • umità e risanamento negli edifici in muratura.

Autores: Isabella Mundula y Norberto Tubi.

Maggili editore.

 

  • manuale del risanamento. Tomos i y ii.

Autores: P. Rocchi, F. Nicchiarelli y A.R. Turlò.

Edizioni Kappa.

 

  • desecación higiénica de los locales húmedos.

Autor: Giovanni Massari.

C.E.C.S. México D.F. 1962

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